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JOVENES HOY: PANDEMIA LAS DOS CARAS DE LA MONEDA.

Actualizado: 12 dic 2021

Hoy noviembre de 2021, me siento a escribir y recuerdo aquellos tiempos de encierro. Me parecen lejanos, estamos en plena primavera. Los jardines y las calles están floridas, nos podemos juntar con nuestros seres queridos y atender a todos los pacientes de manera presencial.


Desde mi experiencia, los jóvenes y adolescentes fueron muy claros en pedir con urgencia el encuentro con el cuerpo del otro. A ratos, tanto ellos como nosotros, intentamos inconscientemente borrar esos momentos de encierro, quizá queriendo olvidar que la pandemia aún está presente y, que nos sigue marcando.


El confinamiento nos separó a todos, nos aisló, todos lo sufrimos, pero para el adolescente, sabemos que fue particularmente difícil. Estar sin el otro y sin su pandilla. El grupo es el lago, el mar, la arena donde se revisa, se experimenta, se arma y se juega la nueva identidad en sus distintos aspectos: corporal, personal, sexual, de género y también social. El encierro, sin un igual, sin la pareja o el grupo puede sentirse como un cuerpo mutilado, desmembrado, cercenado. Al mismo tiempo, sabemos que ese anhelado contacto es, además del posible contagio viral, fuente de diversas ansiedades y conflictos.


Julia de 18 años consulta en junio de 2021, comenta:” Terminar el colegio sin poder compartir físicamente con mis amigos fue muy difícil, doloroso. Nunca me lo imaginé. Entrar a la Universidad online, fue del terror, tuve que congelar, no me la pude, ya venía mal. Me cuesta mucho concentrarme si estoy virtual, estaba encerrada. Mis papás son tela, pero todo el día con ellos, NO. Me faltaba un partner de estudio, compartir con otros, conocer, juntarme. Como que volví a ser chica, estaba muy encerrada y si salía me daba miedo después contagiar a mis abuelos, igual me sentía protegida en la casa”.


Oliver de 22 años, consulta en agosto 2021, dice: “Con el carrete y el alcohol me pierdo muchas cosas. A veces tomo hasta reventarme, me he arriesgado, me cuesta cuidarme y parar. Durante las cuarentenas 2020, me encerraba a componer, leer novelas, estudiaba política. Ahora, carreteo de jueves a sábado y el domingo duermo, el lunes estoy destruido”.

Terapeuta: ¿extrañas las cuarentenas?

Oliver: “Tuvo muchas cosas positivas. No estar con la carga de tener que salir todos los fines de semana. Encierro y cautiverio fue un plus. Este año perdí, en ese tiempo me sentía más lleno, rico, tenía mucha energía dentro de mi pieza”.

Terapeuta: Parece que sientes que en ese tiempo te podías encontrar contigo y tu capacidad creativa.

Oliver: Era yo conmigo 100%, grabé dos canciones y las terminé. Mucha gratificación de poder expresarme, estaba tranquilo, aunque también fue difícil el encierro.


Durante el confinamiento, vimos y escuchamos a nuestros jóvenes y adolescentes muy desesperados, encerrados, como relata Julia. Necesidad de salir de la familia, la casa concreta, alejarse de los padres. Decepcionados por comenzar la tan anhelada experiencia universitaria, desde sus pantallas. Frustración, angustia, impotencia.

Sin embargo, para algunos el hogar y la pieza fue un refugio, un repliegue, una calma. Para otros, un cautiverio, una prisión. También parece haber sido ambas cosas, como comenta Oliver.


Sin duda esta crisis, fue una oportunidad para parar, pensar y crear. Tener la posibilidad de explorar el mundo interno en condiciones frustrantes, conectarse con la capacidad sublimatoria y de encuentro interior. Todos nos vimos obligados a transformar y sublimar la experiencia.


Ahora bien, nos hace falta una comprensión más amplia de la situación traumática y de sus orígenes. Esto requiere un tiempo de elaboración y distancia para poder simbolizar, mentalizar y abordar las manifestaciones sintomáticas y patológicas que se irán presentando en nuestras consultas y en la sociedad en general. Nos quedan muchas interrogantes pendientes: ¿Cómo atravesó cada uno la situación?, ¿Cómo significó la experiencia?,¿Cuáles fueron las consecuencia familiares, personales y en el grupo de pertenencia?, ¿Qué marcas y fisuras dejará en esta generación?


“Tener que pensar, tener que dudar de lo pensado, tener que verificarlo: éstas son las exigencias que el yo no puede esquivar, el precio con el cual paga su derecho de ciudadanía en el campo social y su participación en la aventura cultural.” Ideas que nos aporta Piera Aulagnier en su libro Un intérprete en busca de sentido.

Sabemos que los hechos no se producen en forma aislada, están insertos en el encuentro con los otros, es decir en la trama relacional. Es mediante el trabajo de historización que se torna factible entender dicha trama. Por esto es tan necesario, ayudar a nuestros jóvenes a hacerse cargo de su historia y de los vaivenes de la pandemia desde su propia subjetividad.








Viviana Sosman Selowsky

Psicóloga Clínica

Miembro Adherente Apsan.

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