Los eventos inexplicables y caóticos que hemos estado experimentando como cultura global los seres humanos de este avanzado y acontecido siglo 21 no tiene por lo menos para mí un claro matiz polar bueno o malo, solo podría decir, es lo inesperado, sorpresivo. Como podría decir Puget “lo radicalmente ajeno” se ha presentado y no es fácil negarlo.
El cisne negro de Nassim Taleb (2007-2010), como el impacto de lo no esperado con efectos múltiples y expansivos como el 11 S, la pandemia, el invento de internet entre otros, son eventos que no están dentro de las causalidades lineales ni lo predictible. Todo ello ha estado, estará y es tiempo de empezar a darnos cuenta que está para quedarse. Podríamos necesitar ir amigándonos con LO INCIERTO, lo ajeno que no es lo mismo acostumbrarnos y/o negarlo sino aprovecharlo para ir pensando, decidiendo y cambiando hacia un mejor vivir. Desde el modelo vincular podríamos decir ir vinculándonos en y con la incertidumbre.
Se ha creído que los avances tecnológicos en ciencias y las múltiples herramientas que han construido y creado algunos creativos seres humanos de esta época para adaptarnos al ambiente o mejor dicho adaptar nuestro ambiente era la panacea. No nos hemos dado cuenta que las cosas son más complejas. Como diría nuestro apreciado Humberto Maturana, nuestra vida como organismos vivos depende de nuestro nicho ecológico y no nos podemos aprovechar solo de él. En simple, es muy tonto cargarnos el planeta solucionando temas “importantes” como son en parte de comodidad como lo es el frio, el calor, la lentitud en nuestra movilidad y así suma y sigue; hasta excesos que no se entiende como son posibles y aceptados en nuestra cultura y por nuestros estados. Para muchos hemos claramente involucionado sin cesar aprovechándo los recursos existentes en tal exceso, que se dice en vulgar “estamos cargándonos nuestro nicho ecológico del cual dependemos para seguir vivos”. Se nos olvida que no es nuestro planeta, a nuestro servicio o a la carta.
Recordando a Freud, hemos creído en esta misma línea que para conseguir la felicidad y minimizar el sufrimiento se podía recurrir a teorías económicas premiadas con Nóveles, teorías científicas y psicosociales en áreas diversas del devenir humano, que nos han hecho creer que al ser teóricas o científicas o premiadas son verdades completas, infalibles y generalizables al extremo. Hemos creído que pueden ser aplicadas al infinito en cualquier tiempo y cultura. Esto, cómo se está observando, es la falla o la falta de visión de tomar conciencia y pensar sobre lo que no queremos ver. Como diría Freud, lo negado de nuestra época.
La realidad es mucho más compleja de lo que queremos admitir por tanto, una teoría global siempre tendrá errores y fracasos. Como tan claramente Heisenberg descubre en el campo de la física que es imposible determinar la posición de una partícula, ya que para verla modificamos su posición, lo incierto, los emergentes y el azar también, se da en el campo de la vinculación humana, como lo desarrollan Puget y Berenstein al describir “la otredad” como un campo intersubjetivo que se crea en una indeterminación y ajenidad compartida.
Por eso como lo he descrito en (Staforelli 2011) nuestra sabiduría popular lo menciona como en la “cancha se ven los gallitos”, o “los matrimonios son como una lotería”, y así a cada uno le pueden acudir situaciones y dichos que muestran el que estamos arrojados a un devenir incierto mucho más de lo que tendemos a creer, con nuestro afán de que todo lo podíamos predecir con un método científico bien aplicado.
Los humanos no somos buenos en agregar la incertidumbre, el azar y el origen múltiple y complejo en nuestras formas de percibir la realidad. Nos cuesta ver la realidad más allá o más acá de la realidad platónica y Aristotélica esencialista y causal lineal que hemos hecho centro de nuestro comprender.
Se ha cerrado el horizonte y por tanto, hay una oportunidad de redefinir el progreso. No basta con adelantos, enriquecimiento material, consumo a la carta. Nos toca transformar lo que inconsciente y conscientemente hemos creado, una cultura de excesos y peligrosa para nuestro ecosistema, lo cual no ha estado previsto.
Intentar salir de la esclavitud del narcisismo del yo deseo, yo tengo, yo soy e ir siendo con otros en la necesidad de un bien común que apremia más que nunca es tarea difícil . ¿de los super hombres diría Nietzsche? y/o ¿de los anti frágiles de Taleb, que además de resilientes, se transforman con los obstáculos y las crisis ?
Ps. Antonia Staforelli
Psicoanalista APSAN
Comments